Hace pocas semanas un diario de ámbito nacional publicó en España una noticia cuyo titular decía “La obesidad infantil se desploma en EE.UU.”[1]. Es indudable la repercusión que tal afirmación tiene, no solo desde su aspecto mediático, sino, y de eso hablamos aquí, desde el prisma de la salud, y de la salud pública. Parecía que un problema de salud tan acuciante y creciente como la obesidad infantil y juvenil, y con un coste social, sanitario y económico tan elevado veía una luz de esperanza en un país que sirve de referencia en el mundo.
Quien firma la información basa su titular en un estudio realizado por el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de los EE.UU., y publicado en The Journal of the American Medical Association[2], una de las revistas biomédicas más prestigiosas del mundo. Una reacción lógica lleva a leer la fuente de la información, es decir el artículo original, y entonces la sorpresa llega cuando en él, los autores finalizan con una única frase como conclusión: “En general, no hubo cambios significativos en la prevalencia de obesidad en jóvenes y adultos entre 2003-2004 y 2011-2012. La prevalencia de obesidad permanece alta y por lo tanto es importante continuar la vigilancia”.
¿Dónde está el desplome? ¿Por qué los autores del estudio no dicen nada de ello? La lectura completa del artículo lleva a los resultados, en los que se encuentra una disminución estadísticamente significativa de la prevalencia de la obesidad en niños de 5 a 9 años. Es el único cambio significativo. En la discusión, cuando hablan de los análisis por subgrupos de edad, los autores dicen que “estos resultados deben ser interpretados con cautela”, debido a la metodología empleada. También alertan de que la elección del punto de inicio para evaluar la tendencia temporal puede influir en los resultados.
El artículo del periódico cita unas supuestas manifestaciones de la autora del estudio, en las que dice que es la primera vez que se encuentra una disminución significativa en cualquier grupo de población. Evidentemente, se trata de un dato positivo, sin embargo lo cuestionable es que sea bautizado como un desplome, y además elevado a la categoría de titular.
La comunicación es un elemento esencial en la salud pública. Las revistas y publicaciones biomédicas tienen un alcance limitado, y por ello los medios de comunicación, prensa, radio, televisión, internet, son de extrema importancia para poder divulgar los hallazgos obtenidos en las investigaciones. Es de esperar que los profesionales de la información manejen los datos que encuentran en las publicaciones científicas con el mismo rigor que estas piden a sus autores, sobre todo porque la manipulación de la información, y en concreto de la información científica puede provocar confusión en la población, que espera que le cuenten las cosas como son. Más grave aún es que una información gravemente sesgada pueda influir de algún modo en la población o incluso en personas con capacidad de decisión en la administración sanitaria. Los medios de comunicación realizan en general un excelente trabajo en la divulgación de información sobre salud pública, pero se ha de tener un especial cuidado en que esta información no sea interpretada de manera errónea o interesada.
Napoleón Pérez Farinós
Editor asociado de Gaceta Sanitaria
[1] La obesidad infantil se desploma en EE.UU. ABC Salud. 27-02-2014.
[2] Ogden CL, Carroll MD, Kit BK, Flegal KM. Prevalence of Childhood and Adult Obesity in the United States, 2011-2012. JAMA 2014;311(8):806-814. doi:10.1001/jama.2014.732.