Teléfonos móviles y riesgo de cáncer: ¿cómo comunicar con rigor?

En mi anterior contribución a este blog del Comité Editorial de Gaceta Sanitaria hacía un llamamiento a autores y autoras, y también a sus respectivos gabinetes de comunicación, para que colaborasen con nosotros en aras de mejorar la divulgación de los resultados que se publican en esta revista a los medios de comunicación. Hacía referencia a los casos excepcionales en que tanto miembros de una investigación como algunos departamentos de prensa se mostraban reticentes, por diferentes motivos, a comunicar su estudio mediante nota de prensa.

Esta vez quisiera reflejar nuestra experiencia desde otra perspectiva, cuando contamos con el beneplácito y la colaboración de nuestros autores y autoras y con la aprobación de sus respectivos gabinetes. Afortunadamente, es la situación más común. De ahí que considere necesario informarles sobre un proceso duro, exigente y, en ocasiones, infructuoso. Aunque GACETA SANITARIA no ceja en su empeño de trasladar a los medios de comunicación, y por consiguiente a la sociedad, las investigaciones más relevantes que se publican en la revista, lo cierto es que no contamos con los potentes gabinetes de comunicación con los que las grandes revistas internacionales logran llegar a la prensa de medio mundo. Tanto los recursos como el alcance son limitados, a pesar de ser la principal publicación sobre salud pública en español.

Medir el impacto mediático de este esfuerzo de comunicación es difícil, tal y como señaló Gonzalo Casino en un artículo reciente. La búsqueda en diferentes bases de datos muestra que la presencia de la revista en los principales medios españoles es discreta pero constante. Casino también mencionaba el potencial de GACETA SANITARIA en la prensa extranjera y lo hacía destacando una información publicada en dos diarios hindús a propósito del artículo de revisión realizado por Patricia Bielsa-Fernández y Beatriz Rodríguez-Martín, de la Universidad de Castilla-La Mancha, sobre sobre la asociación entre la radiación de los teléfonos móviles y el riesgo tumoral en personas adultas.

Si los caminos del Señor son inescrutables, no lo es menos el circuito de la comunicación. Difícil saber cómo llegó esa información a dos periódicos de la India, alejados por completo de nuestra agenda de medios. Pero el caso es paradigmático. Irónicamente, prácticamente ningún medio español se hizo eco de la nota de prensa que emitimos desde la revista en agosto de 2017 con los resultados de esta investigación que sugería una relación a largo plazo entre el uso del móvil y el cáncer.

Desde la revista éramos conscientes de la complejidad del asunto. Para obtener resultados más concluyentes, se requieren más estudios, con mayores tamaños muestrales y periodos de seguimiento más largos. Sin embargo, consideramos también que una revisión realizada a partir de 1.034 artículos internacionales publicados entre 2005 y 2015, y que sugería una posible asociación entre el uso del teléfono móvil y el riesgo tumoral merecía darse a conocer. Con todos los matices y toda la rigurosidad posible, pero se trataba de una información que debía estar a disposición de la ciudadanía.

Una de las principales críticas que suele verterse sobre los medios de comunicación es la tendencia al alarmismo. Debíamos ser extremadamente precavidos con el contenido y, sobre todo, con el título de la nota de prensa para que ningún medio estuviese tentado de titular la información de forma simplista. Pueden ustedes valorar la calidad informativa del press release que emitimos desde GACETA SANITARIA, bajo el título Artículos científicos recientes sugieren la posible relación a largo plazo entre el uso del móvil y el cáncer. Tras analizar con detenimiento 14 artículos internacionales, las autoras de esta revisión concluían que, aunque la literatura científica no ha determinado la relación a corto plazo, sí que apunta a una posible asociación entre la radiofrecuencia emitida por los móviles y los tumores cuando la exposición supera los diez años en coexistencia con otros factores, como la exposición homolateral o el tiempo acumulado de llamadas telefónicas.

El caso es que desde una de las principales fuentes informativas de nuestro país en materia científica, la agencia SINC, perteneciente a la FECYT, rechazaron explícitamente su publicación. Alegaron necesitar evidencias científicas más robustas que confirmaran lo que sugería el titular de la nota de prensa, algo que el propio método científico contradice, ya que se requieren muchos años de investigación, como en su momento ocurrió con el tabaquismo, para corroborar los posibles efectos nocivos a largo plazo provocados por la radiación de los teléfonos móviles. La propia agencia, sin embargo, sí publicó en su momento una noticia basada en un estudio del British Medical Journal y elaborado por el Instituto de Epidemiología del Cáncer en Copenhague en la que se afirmaba en titular que «usar el teléfono móvil, aunque sea durante mucho tiempo, no produce tumores”.

Sin entrar a valorar la calidad de ambos estudios (el de Dinamarca se trataba del trabajo más amplio sobre el asunto, con una muestra de 360.000 usuarios de telefonía móvil; el español había revisado 14 estudios internacionales al respecto), desde la revista nos planteamos si por una vez el periodismo estaba pecando de excesiva precaución, sobre todo si tenemos en cuenta que la propia Organización Mundial de la Salud incluyó en 2011 las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles en el llamado grupo 2B, dónde se incluyen los agentes “posiblemente cancerígenos”.

¿Cuándo pueden darse por concluyentes unos resultados científicos? ¿Cómo informar sobre un tema de salud que afecta a prácticamente toda la población mundial mientras no se dispone de evidencia científica suficiente? ¿Existe un punto medio entre la precaución y el sensacionalismo que evite crear falsa alarma en la población? Son algunas de las preguntas que extrajimos de este episodio que, aunque anecdótico, confirma la complejidad que supone informar sobre temas de salud y la existencia de mecanismos de autocontrol que, estamos convencidos, surgieron con la buena intención de proteger al ciudadano.

Pol Morales Vidal

 

 

 

 

 

Pol Morales. Responsable de relaciones con la prensa de Gaceta Sanitaria