Recuerdo perfectamente el momento. Corría el año 2004, recién licenciado en Periodismo, cuando realicé el curso Cómo redactar un artículo científico que acababa de estrenar la Fundación Dr. Antoni Esteve con Esteve Fernández y Ana María García, ambos estrechamente ligados a GACETA SANITARIA. Fue en ese momento cuando tomé conciencia de lo que era un artículo científico, de lo que implicaba y, sobre todo, de su estructura. Fue, sin duda, mi mayor impacto. Y es que, curiosamente, la ciencia empleaba justo el mecanismo inverso al de los medios de comunicación.
Lo que los periodistas consideramos más relevante, más suculento, la comunidad científica lo reserva para el final, tras un meticuloso recorrido a través de la introducción y la metodología. Sendos apartados, indispensables para evaluar una investigación, la prensa los emplearía como contexto e, incluso, los relegaría a un segundo, tercero o invisible plano. ¿Se encuentra en esa visión opuesta de criterios el origen de la discordia entre ciencia y periodismo? ¿Se puede llegar a un lugar de entendimiento común entre ambos universos?
Si algo ha puesto en valor la pandemia de la COVID-19 es la importancia de una buena información científica. Ante la enorme incertidumbre, el auge de las llamadas fake news y los intereses políticos y económicos, el periodismo se ha erigido durante este último año en el gran garante de la neutralidad y de la veracidad. Y lo ha hecho gracias al apoyo jamás visto de la comunidad científica, que nunca había sido consciente como hasta ahora de la importancia de transmitir a la sociedad los mecanismos de funcionamiento de la ciencia. A pesar del aceleramiento al que inevitablemente se ha visto forzada, la ciencia ha permanecido fiel a su método y ha contado con una oportunidad sin precedentes para abrirse definitivamente a la ciudadanía. Y lo ha hecho empleando las mismas herramientas que utilizan a diario los periodistas. Rigor y actualidad se han dado la mano y, en la mayoría de los casos, con un notable éxito.
La pirámide invertida ha sido siempre un mantra para los periodistas. Con origen en la Guerra Civil norteamericana, cuando los reporteros de guerra se apresuraban a enviar sus partes a las redacciones a través de los telégrafos, se trataba de condensar la información más relevante en el título, el subtítulo y la entradilla. Siguiendo esa estructura, los titulares, eso que tanto aterra a la comunidad científica, deben ser lo suficientemente informativos y llamativos como para captar la atención de los receptores e invitarles a continuar la lectura o el visionado. Una vez picado el anzuelo, el periodista puede ir enrollando el carrete para lograr capturar por completo a su presa, conduciéndolo a través de esa información de contexto y de detalle a priori menos relevante.
Es justamente cuando hablamos de ciencia que se hace imprescindible esa contextualización. Por sus enormes implicaciones, las informaciones que atienden a la salud de la ciudadanía deben ser especialmente meticulosas. De ahí la importancia de un buen respaldo científico, que los periodistas solo pueden lograr con el apoyo y la colaboración de sus profesionales. De la misma manera que el buen periodismo trata de entender las singularidades de una publicación científica, no está de más que los científicos conozcan las rutinas periodísticas. No para que apliquen recursos como la pirámide invertida en sus artículos científicos, algo impensable, sino para que al menos tengan en cuenta el lenguaje de la divulgación en aquellos apartados de la publicación que más lo permiten.
¿Cómo pueden contribuir los autores y autoras de artículos científicos a mejorar su comprensión por parte de los medios de comunicación e incluso de la ciudadanía? Sin duda, el apartado que mejor se adapta a un texto periodístico es el de la discusión, donde se pueden y se deben contextualizar los resultados de la investigación, destacando aquellos datos más relevantes y mencionando también sus limitaciones y carencias. Hacerlo de una forma menos rígida, más distendida, sin renunciar en ningún momento al rigor científico, convertirá el artículo en un texto más accesible para los legos en la materia.
Tampoco hay que desaprovechar la oportunidad que brinda el apartado de la introducción a la hora de resaltar la importancia de la investigación, aportando el máximo de información de contexto posible. En ese sentido, iniciativas como las de la revista GACETA SANITARIA, que destina tres apartados finales a destacar qué se sabe sobre el tema, qué añade el estudio realizado a la literatura y cuáles son las implicaciones de los resultados obtenidos, ayudan a que los autores y autoras realicen un esfuerzo extra de condensación y de divulgación y a que los lectores se hagan una idea inmediata del trabajo realizado.
Una vez publicado el artículo, sus autores aún pueden realizar un esfuerzo extra. Desde esta misma tribuna ya pedimos en su momento una mayor colaboración con el equipo de la revista para dar más visibilidad a sus publicaciones a través de las notas de prensa. Un pequeño granito de arena que cada vez cuenta con una mayor implicación por su parte. La revista, además, dispone de un canal de Youtube con entrevistas en las que los autores y autoras pueden explicar sus investigaciones de una manera más accesible. Los investigadores e investigadoras también pueden contactar con los gabinetes de comunicación de sus respectivos centros para conseguir una mayor difusión de los artículos publicados en la revista.
Y ya si se quiere alcanzar el nivel Premium en proactividad, existen herramientas para adentrarse en el apasionante mundo de la divulgación científica. Un primer paso es el curso El científico ante los medios de comunicación, que también ofrece la Fundación Dr. Antoni Esteve, y en el que periodistas de prensa, radio y televisión explican durante dos días cómo se fabrican las noticias. Lo hacen, además, en las privilegiadas instalaciones del Instituto RTVE. Si el gusanillo persiste, existen opciones con una larga y solvente trayectoria, como el Máster en comunicación científica, médica y ambiental de la Barcelona School of Management. Pequeños y grandes pasos para que la distancia entre ciencia y periodismo sea cada vez más estrecha.
Pol Morales. Responsable de relaciones con la prensa de Gaceta Sanitaria