Reflexiones a partir del artículo “Health care costs of breast, prostate, colorectal and lung cancer care by clinical stage and cost component» de Oliver Ibarrondo, Garbiñe Lizeaga, José Miguel Martínez-Llorente, Igor Larrañaga, Myriam Soto-Gordoa, Isabel Álvarez-López Open access Disponible online el 19 de Febrero de 2021
Recientemente se ha dado a conocer que el Ministerio de Sanidad realizará una inversión de en torno a 10,8 millones de euros para mejoras en los sistemas de evaluación de medicamentos, tecnologías y prestaciones sanitarias1. Con ello pretende impulsar la evaluación de la eficacia incremental y coste-efectividad de medicamentos, así como las tecnologías sanitarias en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Uno de los puntos principales será la creación junto con las Comunidades Autónomas de una Red de Evaluación de Medicamentos en el SNS, la cual se encargará de la consolidación de los Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT). El objetivo será elaborar de forma permanente y continua estos informes ideados para evaluar y fomentar la prescripción de medicamentos coste-efectivos. La decisión del ministerio responde a la necesidad de tomar decisiones basadas en datos objetivos para distribuir bienes escasos ante una creciente demanda de recursos.
Sin embargo, a la hora de evaluar los procedimientos quirúrgicos la realidad es distinta, ya que los ensayos clínicos dirigidos a su evaluación han sido escasos y, a diferencia de los dirigidos a estudiar fármacos, la evaluación económica no ha sido incluida entre sus objetivos2. En este contexto, la digitalización de la atención sanitaria puede dar lugar a nuevas posibilidades tal y como resaltábamos en un artículo recientemente publicado en Gaceta Sanitaria3. Aunque los ensayos clínicos siguen siendo el diseño con mayor nivel de evidencia, el desarrollo de la historia clínica electrónica ha permitido disponer de bases de datos clínicas asociadas a datos administrativos del paciente, habilitando el registro de todas las interacciones y todo el uso de recursos que los pacientes tienen con el sistema sanitario4. De esta forma, el diseño observacional con datos del mundo real (real world data) permite desarrollar análisis en función de los procedimientos realizados, evaluando grandes muestras de casos provenientes de la práctica clínica y cubriendo el tradicional déficit de estudios dirigidos a medir la eficiencia de los procedimientos quirúrgicos2,4,5.
En este punto, cabe destacar que el diseño observacional no cuenta con la solidez que proporciona la aleatorización de los ensayos clínicos4, debido a que las características clínicas de los grupos pueden ser distintas como consecuencia de un posible sesgo de selección. Por ello, reclutar los pacientes de bases de datos representativas de la práctica clínica puede verse como una limitación. Sin embargo, procedimientos como el propensity score matching o las recomendaciones emitidas por grupos de expertos van encaminadas a garantizar que la distribución basal de las variables observadas sea similar en ambos grupos comparados4. Los estudios observacionales que analizan datos del mundo real son cada vez más frecuentes a la hora de apoyar la toma de decisiones sanitarias debido a su gran validez externa6,7. En consecuencia, es clave fomentar y aplicar procedimientos que corrijan las debilidades y mejoren la validez de los resultados obtenidos mediante datos de la historia clínica y los registros administrativos5,8,9.
En nuestro caso, el acceso a la información de la historia clínica electrónica dibujó un escenario idóneo para medir la efectividad y el coste real de los tratamientos asociados a las fracturas de cadera de cuello de fémur desplazadas3. Concretamente, el objetivo del estudio fue realizar un análisis coste-utilidad de la prótesis total de cadera (PTC) frente a la prótesis parcial o hemiartroplastia (HA) en el tratamiento de dichas fracturas. Se analizaron todos los casos de fracturas de cuello de fémur intervenidas por HA o PTC desde 2010 hasta 2016 en el Servicio Vasco de Salud (SVS). La posibilidad de medir en grandes muestras de pacientes el coste-utilidad de los procedimientos de PTC y HA nos permitió estratificar el resultado y ayudar a disminuir la variabilidad de su indicación, donde, hasta el momento, la elección de uno u otro tratamiento siempre ha sido una decisión personal del cirujano basada en la situación clínica del paciente. En este sentido, nuestra principal aportación fue desagregar el análisis coste-utilidad en función de la edad y el riesgo según la American Society of Anesthesiologists (ASA). Esto nos permitió señalar que, en las fracturas de cuello de fémur desplazadas, es eficiente la práctica clínica habitual de intervenir a la mayoría de los pacientes mediante la HA y limitar la indicación de la PTC a los pacientes más jóvenes con menor riesgo ASA10,11. Los resultados mostraron criterios objetivos para apoyar la elección del tipo de intervención.
Por su parte, la principal limitación de nuestro estudio fue la falta información de las utilidades a nivel de paciente. Como el SVS no recoge de manera sistemática las utilidades de los pacientes, la información acerca de la utilidad aplicada en el cálculo de los AVACs provino de un estudio de medida de la calidad de vida en pacientes con prótesis de cadera12. Desde aquí se comparte la necesidad de registrar sistemáticamente la medida de resultados percibidos por los pacientes en las bases de datos clínicas. En el futuro, esto facilitaría sistematizar el uso de la evaluación económica con datos de la práctica clínica y ayudaría a que la toma de decisiones fuese informada con datos específicos de cada sistema sanitario13.
Por todo ello, reforzar y/o ampliar los estudios de evaluación económica de las tecnologías sanitarias, como el análisis coste-efectividad o el impacto presupuestario, ofrece la posibilidad de disponer de herramientas objetivas que ayuden y avalen las decisiones adoptadas. Por eso, tal y como se manifiesta en el documento publicado por el Ministerio de Sanidad1, es necesario concentrar y ampliar el conocimiento experto en la evaluación, así como garantizar la evaluación bajo una metodología homogénea y rigurosa basada en los mejores estándares.
Autores:
Igor Larrañaga
Igor Larrañaga Uribeetxebarria obtuvo una ingeniería en Organización Industrial por la Mondragon Unibertsitatea y un master en Gestión Santaria por la Universidad a Distancia de Madrid. Actualmente trabaja como ingeniero en Kronikgune donde participa en la evaluación económica de proyectos europeos. También forma parte de la unidad de investigación de la OSI Alto Deba y cuenta con amplia experiencia en la evaluación de programas integrados de atención sanitaria a nivel local y europeo.
Oliver Ibarrondo
Doctor en Gestión Avanzada de Organizaciones y Economía Social, Master en Modelización e Investigación Matemática, Estadística y Computación, Master en Gestión de la Innovación y el Conocimiento y MBA. Además, tiene amplia y contrastada experiencia en gestión de organizaciones, así como en investigación científica en áreas sanitarias, socio-sanitarias y biociencias básicas. En la actualidad trabaja como Investigador en la Unidad de Investigación AP-OSIs, Hospital Alto Deba (Arrasate-Mondragón) y como Consultor en Estadística y Economía de la Salud en RS-Statistics (Arrasate-Mondragón).
Referencias bibliográficas
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