Evidencia sólida confirmando el rol de la hostelería en la transmisión del SARS-CoV-2

Mucho se ha especulado en los últimos 15 meses sobre la contribución de los locales de hostelería (bares, restaurantes, locales de ocio nocturno, etc.) en la transmisión del virus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19. El evidente perjuicio económico que este sector ha sufrido desde el inicio de la crisis sanitaria, no solo en nuestro país, sino que también a nivel internacional, ha nublado de alguna manera el debate técnico sobre el impacto epidemiológico que las actividades en estos locales pueden tener en términos de contagios y diseminación del virus, y ha acabado por politizarlo de forma irreversible. En nuestro país, el presidente de Hostelería de España, don José Luis Yzuel, legítimamente soliviantado, aunque sin conocimiento técnico alguno para opinar, no ha dudado a la hora de calificar como “medievales”[1] las medidas aprobadas por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, considerando que no existía ninguna evidencia científica que las avalase. Este tipo de críticas, poco constructivas, aunque comprensibles, han sido una constante en los últimos meses, sobre todo como contrapartida a las recomendaciones estrictas que se han hecho de cara a la reapertura y funcionamiento de estos locales.

Usama Bilal y colaboradores, en su artículo recientemente publicado en Gaceta Sanitaria [2], arrojan por fin cierta luz a esta polémica demostrando con datos fehacientes, que las malas prácticas en estos locales generan eventos supercontagiadores y que el cierre de este tipo de establecimientos contribuye a disminuir la incidencia y la mortalidad, quizás más que cualquier otra intervención no farmacológica. En la base de este impacto observado estarían las dificultades para promover una adecuada ventilación de los locales, las aglomeraciones de personas sin poder garantizar la distancia mínima de seguridad, y la imposibilidad de mantener la mascarilla mientras se está consumiendo. Los autores han podido realizar una revisión rápida de la literatura, analizando conjuntamente los resultados de 20 estudios internacionales, predominando Estados Unidos y Europa, que incluyeron modelaje matemático y la evaluación en algunos casos de determinadas intervenciones no farmacológicas. A pesar de la gran heterogeneidad de los estudios, las conclusiones son convincentes, consistentes y concluyentes, destacando el rol fundamental que los entornos de la hostelería cerrados y mal ventilados juegan en la expansión de la transmisión, así como en la diseminación del virus vía brotes y eventos supercontagiadores. Varios de los estudios incluidos en esta revisión subrayaban asimismo la importancia del cierre de este tipo de locales y su asociación con la reducción de la incidencia de nuevos casos o incluso de la mortalidad asociada a COVID-19, posicionando esta medida como una de las más efectivas para la contención de la transmisión comunitaria. Quizás valdría la pena destacar, como muestras del riesgo asociado, un estudio que demostró que los brotes resultantes de la actividad normal en restaurantes afectaron de media a 12 personas por caso índice, y que muchos de estos casos secundarios se encontraban a una distancia mucho mayor de los 2 metros recomendados como medida básica de prevención [3]. Otro estudio permitió cuantificar el impacto de mantener cerrado el interior de los locales de restauración en Estados Unidos, sugiriendo que esta restricción habría sido responsable de una reducción de hasta un 46% en la incidencia de COVID-19, en comparación con ciudades donde esta medida no se había mantenido [4].

A pesar de todas las limitaciones al análisis presentado por los autores, los resultados de esta revisión no hacen más que confirmar, de forma muy consistente, que el cierre de los locales de restauración es una de las medidas más efectivas a la hora de mitigar la propagación de la pandemia. Esta conclusión, basada en datos y no en conjeturas, debería servir de argumento para diseñar una vuelta a la normalidad que incluya también a estos locales, incluyendo medidas que reduzcan el riesgo y minimicen la transmisión. Todos estamos de acuerdo que los sectores más castigados por las restricciones impuestas durante la pandemia merecen una atención especial, e incluso un trato de favor, pero si queremos reabrir de forma segura el sector de la hostelería, será necesario desplegar una serie de estrategias adicionales que garanticen la seguridad de sus trabajadores y clientes. Muchas de estas medidas, como por ejemplo los filtros hepa, los tests de antígeno, los pasaportes biológicos, las APP de trazabilidad etc. ya existen y podrían contribuir a una reapertura más segura, aunque no han sido todavía incorporadas al día a día de estos locales, entre otras cosas porque requieren de una inversión económica que los profesionales del sector ven innecesaria o desmesurada. Una vez demostrado y comunicado el riesgo individual y colectivo que la reapertura de estos locales puede conllevar, quizás debemos ahora ayudar a concienciar de la necesidad de ser más proactivos a la hora de fomentar la incorporación de algunas de las medidas que puedan mitigar los riesgos.

Conflictos de interés: El autor declara no tener conflictos de interés.

 

Quique Bassat

ISGlobal, Hospital Clínic, Universitat de Barcelona; Centro de Investigação em Saúde de Manhiça (CISM), Maputo, Mozambique; ICREA, Barcelona; Pediatrics Department, Hospital Sant Joan de Déu, Universitat de Barcelona; Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), Madrid.

 

Referencias

1. Entrevista a José Luis Yzuel, presidente Hostelería España. Onda Cero radio. Programa “Más de uno”.

2. Bilal U, Gullón P, Padilla-Bernáldez J. Evidencia epidemiológica acerca del rol de la hostelería en la transmisión de la COVID-19: una revisión rápida de la literatura. Gac Sanit 2021, in press.

3. Leclerc QJ, Fuller NM, Knight LE, et al. What settings have been linked to SARS-CoV-2 transmission clusters? Wellcome Open Res 2020, 5:83.

4. Schnake-Mahl AS, O’Leary G, Mullachery PH, et al. Evaluating the impact of keeping indoor dining closed on COVID-19 rates among large US cities: a quasi-experimental design. MedRxiv, preprint.