Todo estudio experimental tiene un contexto, y antes de entrar en el detalle resulta crucial comprenderlo para evaluar sus resultados. Hay dos términos usuales en la política sanitaria de nuestros días: integración asistencial y cronicidad. En Gaceta Sanitaria encontrareis el artículo: “Evaluación de la efectividad de un programa de atención integrada y proactiva a pacientes crónicos complejos”. El programa tiene lugar en el Baix Empordà, en una organización sanitaria integrada y si comparamos indicadores de utilización y calidad seleccionados (Tabla 4) observaremos que superan sustancialmente la media del sistema sanitario público catalán. Este ya es un primer reto en sí mismo, mejorar cuando se parte de una posición de ventaja relativa.
Los profesionales están acostumbrados a dos décadas de práctica asistencial integrada. Esto significa que cualquier aproximación organizativa alternativa se internaliza y se difunde, lo que dificulta aislar el impacto.
Se aplicó un modelo predictivo que resultó ser el punto de partida para la selección de pacientes. Es previsible que en un futuro próximo sea posible la estimación probabilística de trayectorias y episodios para los enfermos crónicos complejos. Esto nos aportaría mayor precisión a la estratificación dinámica de pacientes.
Las conclusiones del estudio muestran ligeras reducciones en la utilización hospitalaria fruto del programa. Pero mantienen patrones similares entre los distintos grupos sujetos a intervención. Es por ello que destacaría dos afirmaciones del artículo: “una situación general de alta calidad asistencial previa y mantenida en el ámbito de la intervención, y una inevitable contaminación entre grupos, dificultaron la demostración de una efectividad marginal del programa” y “la estratificación de la población con una identificación explícita de los pacientes crónicos complejos puede ayudar a avanzar los resultados, y el criterio clínico los hace extensivos a todos los pacientes de características similares”.
Esto nos lleva a confirmar las dificultades de los estudios experimentales en los que deseamos probar el impacto de un cambio organizativo. Este estudio sería candidato a no ser publicado, porque su resultado mantiene una ambivalencia y no permite pronunciarse con claridad sobre la opción defendida con carácter general en nuestros días: la superioridad de atención integrada y proactiva de los pacientes crónicos complejos frente a otras alternativas. Sin embargo, su publicación además de alertar sobre la dificultad de este tipo de estudios, nos señala nuevas pistas. Más allá de los cambios en la utilización y coste que representa la integración asistencial, necesitamos medir los resultados en salud, comprender el impacto en salud de estas estrategias organizativas. Esta es la tarea más relevante y sobre la que se deberían enfocar nuevos estudios. Es por ello que las investigaciones las estamos centrando en la medida de los cambios en la esperanza de vida de buena salud a lo largo del tiempo. Este tipo de medidas agregadas, junto con otras de carácter fisiológico y de percepción de salud y bienestar tienen que permitir alcanzar una visión más completa de lo que aporta la integración asistencial.
Pere Ibern es uno de los autores del artículo. Trabaja actualmente en el Centre de Recerca en Economia i Salut y la Universitat Pompeu Fabra.