Pareciera que no podemos escribir, en estos días y en este año, sin dejar de mencionar la palabra COVID-19 o las palabras epidemia o pandemia. La reflexión que motiva este Blog fue publicada inicialmente en abril del 2020, a principios de la epidemia, cuando la misma ardía en Europa. Hoy por hoy, en la segunda mitad del año, la epidemia se ha instalado y desbordado en Latinoamérica, ubicándola en el centro de la pandemia a nivel mundial, y produciendo una de las peores crisis sanitarias y económicas en la región.
Mi mensaje de abril sigue siendo relevante porque, más allá de las cifras de casos y fallecidos, recoge una reflexión sobre cómo vivimos y me pone a pensar en el new normal. En marzo del 2020, Perú inició una de las respuestas más tempranas a la epidemia, una cuarentena estricta, pero esta no fue suficiente para controlarla. En abril, poco después del inicio de las medidas de restricción, escribí lo siguiente:
He estado en silencio en estas «redes», activo y enganchado en otras. Son tiempos raros y difíciles. Y estoy pensando en cómo esto es una señal de lo que se viene, porque habrán más epidemias. Pienso en mis hijos y en qué tipo de vejez quiero. La epidemia de hoy ha tocado nuestras puertas, y ha golpeado, pero no es la única epidemia que el mundo ha visto en los últimos 20 años. Se vienen más. Y lo más importante, tenemos que reflexionar sobre qué tipo de sociedades queremos.
Escribo desde la «tranquilidad» de Sídney, Australia, quizás un lujo en estas épocas, un lujo el poder hacer una pausa y ponerme frente al teclado para comunicarme con ustedes.
Y me animo a escribir por un comentario que he escuchado repetidas veces. Cuando me preguntan cómo estamos, les digo que con «distanciamiento social» y procedo a contar que la gente lo cumple bastante bien. La respuesta no se hace esperar. Casi de manera inmediata escucho reiteradas veces variaciones de la frase «es que acá, en el Perú, la gente no tiene educación».
Como si la educación fuera el ingrediente mágico.
Yo creo que no lo es, al menos no es el único, y me animo a esbozar por qué. No se trata solamente de la educación de un país, sino de lo que te permite el entorno en el que vives. Algunos ejemplos:.
1. En Sídney, ¿cuál es el número de personas por kilómetro cuadrado? Busqué una comparación entre Lima, Ciudad de México y Sídney y encontré este dato: muchas capitales de países «emergentes» son megaciudades —ciudades con más de 10 millones de personas— en términos de densidad poblacional. Sídney tiene 1,171 personas por kilómetro cuadrado. Mientras que, redondeando, Lima tiene 12 mil y Mumbai 30 mil por kilómetro cuadrado, 10 a 30 veces más.
2. ¿Cuán esparcida está esta población? No veo tanto edificio [en Sídney], y pienso en cómo Lima se fue «hacia arriba», con un notorio crecimiento vertical de la ciudad en los últimos años.
3. Ciudad con mucho espacio público. Llama notablemente la atención cómo hay espacios públicos pensados en todas las edades. Busqué un indicador, pero me topé con algo más ilustrativo, una meta del gobierno local de New South Wales (NSW): “Increase the proportion of homes in urban areas within 10 minutes’ walk of quality green, open and public space by 10 per cent by 2023.»
4. La organización de la gran ciudad en muchos pequeños núcleos que tienen lo esencial y permiten a las personas conseguir todo lo que necesitan sin tener que viajar al otro lado de la ciudad. Aquí no tengo auto, pero puedo caminar al colegio de mis hijos, a comprar el pan; camino a hacer las compras, al parque, y salgo a hacer paseos a pie entre árboles. Debo reconocer que soy afortunado, y que no todos en este país pueden disfrutar de la ciudad de la misma manera que yo.
5. Algo obvio, y que diferencia claramente a Australia del Perú, es que la proporción de personas con empleo estable y de adultos con pensiones de jubilación dignas es mayor. En tal sentido, la incertidumbre económica golpea menos a este país. Entonces, cuando te dicen #QuédateEnCasa, es más factible.
6. Se incluye en el listado de lo esencial y permitido el salir de casa para hacer ejercicios. No restringen la actividad física, que es un ingrediente necesario para una buena salud de cuerpo y mente, y reiteran que puedes hacer ejercicio con adecuado distanciamiento.
7. Por otro lado, la distancia de 1.5 metros se respeta sin necesidad de poner a la policía ni al ejército en las calles. Me sorprende cómo hemos transitado en el lenguaje, inicialmente se hablaba de social distancing, luego de un physical distancing, y últimamente he escuchado compassionate spacing. Me parece que esto refleja la comprensión que la gente tiene sobre los objetivos de mantener la distancia: no es aislarnos sino cuidarnos unos a otros.
¿Será porque la gente es más educada? No, no es la educación, al menos no es lo único. Son las condiciones de vida de una ciudad que, en lo macro, tiene una mejor configuración de la ciudad para todos, planeamiento urbano que trae #SaludUrbana, sumado a un Estado que provee mayor protección social. Y es la protección social lo que va a prevenir que los próximos golpes no sean tan letales, que salgamos bien de las siguientes epidemias.
Siento que mis amigos médicos aquí están relativamente tranquilos, «preparándose para cuando lleguen los casos». He escuchado que sus jefes les piden que tomen vacaciones ahora para que estén descansados para cuando esto se ponga más feo. Están preocupados por el colegio de sus hijos y porque se complican sus tiempos. En Perú mis colegas trabajan en hospitales saturados y con décadas de poca inversión y necesitan trabajar en dos o tres lugares en simultáneo. El burnout es crónico.
Paciencia y buen humor, a cuidarse y a cuidar al resto.
Un fuerte abrazo trans-Pacífico.
Ahora, en agosto del 2020, ¿qué más puedo agregar?
Australia ha sido uno de los pocos países desarrollados con respuestas exitosas frente a la pandemia, y Latinoamérica se sigue mostrando como una región compleja y abatida. Ya bastante teníamos con el título de la región más inequitativa del mundo, ahora vivimos las consecuencias de ese problema.
Perú respondió temprano frente a la pandemia, pero esto no fue suficiente Se hacen evidentes las consecuencias de años de déficit en la inversión sanitaria y social, tal y como se describe en las páginas de la BBC, El País, The Guardian, The New York Times, The Washington Post, y el Wall Street Journal.
Mucho del crecimiento de nuestras ciudades, tanto en volumen de población como en área geográfica, ocurrió en muy poco tiempo. El crecimiento de las ciudades en Latinoamérica no fue acompañado de una adecuada infraestructura. Muchas de las falencias en infraestructura y en el tejido social han sido puestas en evidencia por el virus SARS-CoV-2, tal y como se refiere en este podcast titulado «La paradoja peruana», un audio recomendable.
Lima, junto con muchas ciudades del Perú y de la región, arrastran un déficit grosero en calidad de vivienda y planificación urbana. Sin una planificación urbana adecuada no se garantizan los entornos que protegen y promueven la salud. Y esta pandemia lo hace más evidente que nunca.
Sídney, agosto del 2020.
J. Jaime Miranda, MD, PhD
El Dr. Miranda es médico epidemiólogo, profesor investigador del departamento de Clínicas Médicas de la Facultad de Medicina y director fundador de CRONICAS Centro de Excelencia de Enfermedades Crónicas, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, en Lima, Perú. El Dr. Miranda es autor de más de 350 publicaciones en revistas indexadas y mantiene afiliaciones académicas en prestigiosas universidades internacionales como Professor of Global Health en London School of Hygiene and Tropical Medicine (Londres, Reino Unido), Lown Scholar en Harvard T. Chan School of Public Health (Boston, Estados Unidos), y Visiting Professorial Fellow en The George Institute for Global Health (Sídney, Australia). El Dr. Miranda también es miembro Editor Asociado de Gaceta Sanitaria y co-investigador del proyecto Salud Urbana en América Latina (SALURBAL).
Twitter: @jjaimemiranda