Farmacia comunitaria es el concepto internacionalmente aceptado para denominar a la farmacia que tiene vocación de servicio asistencial a la comunidad. La farmacia comunitaria es el primer y a veces único punto de contacto para los ciudadanos con el sistema sanitario. Muchas de las necesidades sanitarias del paciente se resuelven dentro de la farmacia, optimizando los recursos y rebajando la excesiva carga asistencial que actualmente tiene la atención primaria. No obstante, hasta la fecha, la farmacia comunitaria no tiene una integración real dentro del sistema sanitario, como se ha visto durante la pandemia COVID-19.
La farmacia comunitaria en la pandemia COVID-19
La pandemia COVID-19 ha demostrado las debilidades del sistema sanitario y la necesidad de desarrollar un nuevo modelo sanitario más eficiente y donde el paciente tenga un papel fundamental. Las farmacias comunitarias, que durante la pandemia podrían haber sido un apoyo importante del sistema sanitario saturado, sin embargo, no fueron incluidas en las estrategias de contención del virus y mejora de la salud del paciente, a pesar de las recomendaciones emitidas desde la OMS. La farmacia comunitaria podría haber supuesto, por ejemplo, una alternativa a la dispensación de medicamentos de uso hospitalario, disminuyendo así el riesgo de infección del paciente que debía acudir al centro hospitalario. Por otro lado, el colapso de los servicios sanitarios durante la pandemia ha resultado en un empeoramiento de los pacientes con enfermedades crónicas, y ante la ausencia del médico, el farmacéutico comunitario ha sido uno de los pocos sanitarios que durante la pandemia se podía visitar físicamente. En enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia, el farmacéutico comunitario podía controlar la enfermedad y su correcta evolución, así como detectar problemas en el tratamiento, tal y como publicaron Zheng et al en una guía de recomendaciones y orientaciones para la prestación de servicios de atención farmacéutica durante la pandemia. Por otro lado, la participación de las farmacias en la realización de pruebas rápidas de diagnóstico de COVID-19, siguiendo un protocolo de trabajo en conjunto con los médicos, ayudó a controlar el diagnóstico de la pandemia. De hecho, una reciente revisión de alcance mostró la gran variedad de intervenciones del farmacéutico comunitario durante la pandemia, lo que conllevó a una ampliación de sus competencias. Es necesario, por tanto, que se evalúe el papel de la farmacia comunitaria como elemento importante en la respuesta a futuras emergencias de salud pública en Europa y en el mundo.
La farmacia comunitaria en el manejo del paciente crónico
El envejecimiento progresivo de la población resulta en un aumento de la incidencia y prevalencia de enfermedades crónicas. El modelo de sistema sanitario actual está orientado al tratamiento de los síntomas agudos, y no al cuidado y manejo del paciente crónico que requiere cuidados a largo plazo para evitar el empeoramiento de la salud y calidad de vida del paciente. La OMS ha señalado que los países deben reorientar los servicios de salud de manera que permitan implementar estrategias que previenen y controlen las enfermedades crónicas. Es en este aspecto, donde la inclusión de la farmacia comunitaria resulta fundamental como agente que favorezca que el paciente se involucre en su propio cuidado.
La Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, así como las de las distintas comunidades autónomas, integran la farmacia comunitaria en el sistema sanitario con el objetivo de la formación del paciente crónico y mejorar su seguimiento. Un ejemplo lo tenemos en el País Vasco, donde la intervención piloto ‘Seguimiento farmacoterapéutico integral a pacientes crónicos polimedicados’ ha mostrado como en pacientes diabéticos el farmacéutico comunitario, coordinado por los servicios de Atención Primaria, evalúa la farmacoterapia del paciente mejorando la utilización de medicamentos y su adherencia.
La creación de la Red de farmacias centinela en distintas comunidades autónomas como Castilla y León o Navarra, entre otras, se ha afianzado también como una estrategia para la detección y el seguimiento de errores de medicación. Esta red se ha visto como un refuerzo de los sistemas de notificación existentes, así como una herramienta para poder identificar los comportamientos individuales y poblacionales en el uso de medicamentos.
Por tanto, queda margen para que la farmacia comunitaria siga desarrollando su papel a través de una colaboración más eficaz con los profesionales sanitarios del ámbito de la atención primaria. Dado el momento en el que nos encontramos, revisando y evaluando la respuesta del sistema sanitario ante una emergencia como la pandemia COVID-19, tenemos la oportunidad de desarrollar innovaciones en la atención primaria, contando con el desarrollo del papel de los farmacéuticos comunitarios.
Blanca Lumbreras. Defensora de Gaceta Sanitaria.