Investigación cualitativa en pandemia: nada es lo mismo, todo es igual.
Sebastià March*, Gustavo Zaragoza G*, Ana María García-Navas*, José Miguel Carrasco*
*Cooperativa APLICA Investigación y traslación
En las reflexiones metodológicas sobre “Cómo adaptar una investigación cualitativa a contextos de confinamiento” de Hernán M, Lineros C y Ruiz A, que publicó Gaceta Sanitaria cuando todavía teníamos el aroma a hogares cerrados dentro de nuestras mascarillas, se recogen las virtudes que aporta esta perspectiva al campo de la epidemiología que pretende ser social. Desde la cooperativa APLICA, dedicada de investigación social especializada en salud, hace tiempo que brindamos con esas virtudes. Transitamos ese territorio mestizo entre las ciencias de la salud y las ciencias sociales, sin entender de fronteras ni de más diferencias que los lenguajes y las tradiciones que tienen cada cual. Desde ese espacio, dudamos que haya hoy en día una epidemiología que, consciente de la realidad y del conocimiento disponible, no quiera ser social1.
Con esa mirada, quisiéramos subrayar otra virtud que aportan las metodologías (y perspectivas) cualitativas: recoger testimonios2. La epidemiología y las personas que a ella dedicamos nuestros esfuerzos, a menudo nos vemos fascinados por diseños, técnicas y artefactos sofisticados, hipótesis cuasi-imposibles de demostrar, o artificiosos modelos para predecir futuros que reducen comportamientos complejos a binarismos numéricos. A veces olvidamos que nuestra principal herramienta es la observación, la escucha, y que, a menudo, la explicación a nuestros datos está en los contextos. Lo descriptivo, aunque menospreciado en estos tiempos de exaltación de la evidencia, sigue teniendo valor. No sólo para comprender fenómenos complejos, sino también para advertirlos, para señalarlos, para que no se nos olviden. Para recoger lo vivido. Por eso lo de los testimonios.
Lo vivido en esta pandemia (que va más allá del confinamiento) nos ha conectado de alguna manera a nivel global, en términos de experiencias compartidas. Y al mismo tiempo, quizás pueda haber servido para señalar la importancia de los contextos y de las desigualdades sociales, de las subjetividades y las maneras de vivir3. Y esto, que es claramente relevante para las vidas individuales, lo es también para las poblaciones, para la organización social, la política, la economía y, claro está, para la salud pública y la epidemiología4.
En la cooperativa APLICA hacemos malabarismos con metodologías cuantitativas y cualitativas por igual, tratando de acercarnos lo mejor posible a una realidad que es poliédrica y cambiante, que no se puede abarcar sólo con números o palabras. Como para todas las personas (unas más, otras menos), el confinamiento nos supuso un mazazo a muchos niveles. Para el que ahora nos ocupa, teníamos trabajo de campo encargado por agencias y grupos de investigación que, cuando no pudo postergarse, tuvo que readaptarse. De un día para otro pasamos de hacer entrevistas y grupos focales presenciales, para los que llevábamos media vida entrenándonos, a reciclarnos y utilizar nuevas técnicas como las entrevistas online o telefónicas, las dinamizaciones de grupos virtuales o la recogida de relatos con videos o canales de chat de dispositivos móviles. Eso nos llevó a un proceso de reflexión metodológica, ética, profesional y vivencial, parecido al que los autores señalan en su trabajo de Gaceta Sanitaria. Este debate epistemológico culmino con una idea vieja y sencilla: nada es lo mismo, todo es igual.
El reto estaba (está y estará) en mantener la calidad de la información, conservando el respeto hacia las personas y los colectivos a los que nos acercamos. La premisa de partida era (y es, y será) que entrevistar a alguien implica interferir en su vida, y que no siempre (no a menudo) coinciden sus intereses con los de la investigación. Desde esa óptica, y en un contexto de confinamiento, nos daba pudor molestar a las personas, irrumpir en sus hogares para preguntarles sobre sus vivencias y reflexiones. Presentíamos que el distanciamiento social nos podía volver torpes, en las interacciones y comunicaciones, que nos podía realmente distanciar. Entramos en el campo con cautela, cómo el niño que vuelve a nadar después de un largo invierno. Y nuestra primera sorpresa fue descubrir que nos equivocábamos: la gente estaba deseando hablar. Las personas estaban viviendo cosas extraordinarias y tenían necesidad de narrarlas. Esto nos hizo recordar otra virtud (y uno de sus fundamentos) del abordaje cualitativo: la conversación como herramienta, como arte, como terapia, como necesidad. La mirada cualitativa trata de evitar los guiones cerrados, con intercambios robóticos cuál cuestionario de satisfacción al cliente, sino que busca entablar conversación de persona a persona5. Despertar y manifestar interés. Entender cuando un tema está agotado o molesta y reconducir. Saber cuándo minimizar situaciones complejas con humor, y cuando buscar el contacto con empatía. Cuando hablar y cuando callar. Eso y, saber escuchar, escuchar, escuchar6…
Foto: Reuniones virtuales. By Clara Benedicto
Si tuviéramos que extraer aprendizajes de esta etapa serían muy parecidos a las reglas que proponen Mariano, Carmen y Ainhoa. Subrayaríamos que, siendo particulares, existen semejanzas a las que aplicábamos antes. Cuidar la entrada al campo y las primeras impresiones. Entender que nuestro trabajo cualitativo se basa en la comunicación y que, por tanto, es necesario controlar los canales que utilizamos (sean estos de interacción no verbal o softwares de llamadas virtuales). Entender que hay códigos particulares de cada canal. Tratar de equilibrar equitativamente las voces, como hace un director de orquesta. Mantener una actitud atenta a lo inesperado y saber reaccionar. Y muy importante, para aquellos que investigamos o que simplemente nos hacemos preguntas: no perder nunca la inocencia7. Acompañar las narraciones desde la incertidumbre, desde el interés por descubrir, desde la duda si es preciso, y no atrincherarnos en la autocomplacencia del que sabe todo lo que le van a contar y rellena los huecos con sus ideas. En general estar ahí cuando hay que estar, y demostrar que cada entrevista puede ser una experiencia diferente, como lo son en cierta manera nuestras conversaciones.
Porque nada es lo mismo, pero todo es igual.
Bibliografia
- Kawachi I, Subramania SV. Social epidemiology for the 21st century. Soc Sci Med., 196 (2018), pp. 240-45. https://doi.org/10.1016/j.socscimed.2017.10.034.
- McAleese S, Kilty MK. Stories matter: Reaffirming the value of qualitative research. The qualitative report 24 (2019), pp. 82-845. https://doi.org/10.46743/2160-3715/2019.3713
- Ministerio de Sanidad. Equidad en Salud y COVID-19. Análisis y propuestas para abordar la vulnerabilidad epidemiológica vinculada a las desigualdades sociales. Madrid, 2020.
- Padilla J, Gullón P. Epidemiocracia. Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo. Madrid: CapitánSwing; 2020. 223p. ISBN:9788412197945
- Cormac McGrath, Per J. Palmgren & Matilda Liljedahl(2019)Twelve tips for conducting qualitative research interviews,Medical Teacher,41:9,1002-1006,DOI: 1080/0142159X.2018.1497149
- Berenguera A, Fernández de Sanmamed MJ, Pons M, Pujol E, Rodríguez D, Saura S. Escuchar, observar y comprender. Recuperando la narrativa en las Ciencias de la Salud. Aportaciones de la investigación cualitativa. Barcelona: Institut Universitari d’Investigació en Atenció Primària Jordi Gol (IDIAP J. Gol), 2014
- Barley N. El antropologo inocente. Madrid: Anagrama; 2006. 240p. ISBN: 978-84-339-2518-3
Sebastiá March, Gustavo Zaragoza G, Ana María García-Navas y José Miguel Carrasco